martes, 12 de mayo de 2009

En los tiempos remotos, durante la creación de la Tierra, hallàbanse los dioses hindúes reunidos en asamblea para decidir un importante asunto. Estaban preocupados porque querían esconder el secreto de la felicidad para que los mortales no pudieran descubrirlo, pues querían conservarlo sólo para ellos. Shiva opinaba que debían guardarlo en lo más profundo de los océanos, pero Brahma, que había convocado la asamblea, le recordó que los mares podrían secarse. Sugirieron dejar su secreto en el fondo del volcán más tenebroso, pero otra vez Brahma se negó porque los volcanes también podrían apagarse. Devandiren, rey de los semidioses, propuso guardar el secreto en los cielos, pero tampoco fue escuchado a que, dijeron los demás, algún día un mortal podría volar como un pájaro.
Después de años enteros de discusiones, Brahma se pronunció y muy solemnemente, les dijo a los demás dioses: “ya eh tomado una decisión. Vamos a guardar nuestro secreto en un lugar en el cual los mortales jamás buscarían.” “¿Dónde hijo mío?”, le preguntó Paraxati, y Brahma, su hijo y esposo, le contestó: “Lo esconderemos dentro de ellos mismos”.


Los animales del bosque se dieron cuenta un día de que ninguno de ellos era el animal perfecto: los pájaros volaban muy bien, pero no nadaban ni escarbaban., la liebre era una estupenda corredora, pero no volaba ni sabia nadar… y así todos los demás. ¿No habría manera de establecer una academia para mejorar la raza animal? Dicho y hecho.
En la primera clase de carrera, el conejo fue una maravilla y todos le dieron sobresaliente., pero en la clase de vuelo subieron al conejo a la rama de un árbol y le dijeron: ¡Vuela conejo! El animal saltó y se estrelló contra el suelo, con tal mala suerte que se rompió dos patas y fracasó también en el examen final de la carrera. El pájaro fue fantástico volando, pero le pidieron que excavara como el topo. Al hacerlo se lastimó las alas y el pico, y n adelante tampoco pudo volar., con lo que ni aprobó la prueba de excavación ni llego al aprobado en el vuelo. Convenzámonos: un pez debe ser pez, un estupendo pez, un magnifico pez, pero no tiene porque ser un pájaro. Un hombre inteligente debe sacarle la punta a su inteligencia y no empeñarse en triunfar en deportes, en mecánica y en arte a la vez. Una muchacha fea difícilmente llegará a ser bonita, pero puede ser simpática, buena y una mujer maravillosa… porque solo cuando aprendamos a amar en serio lo que somos, seremos capaces de convertir lo que somos en maravilla.

Todo depende del cristal con que se ve…



Es admirable el valor de aquellas personas que limpian el cristal que recubre sus ojos, remueven el polvo que nubla su vista, para encontrar lo que esta más allá de la simple mirada.
¿Cuántos de nosotros más de alguna vez no tuvo ese valor? Y se perdió de disfrutar muchas cosas, se encerró en si mismo, en su idea. No se dio la posibilidad de encontrar otra solución al problema y el cristal sucio se transformo en una barrera, en un impedimento para poder apreciar todo aquello que nos rodea.
¿Cuántos de nosotros somos capaces de ver lo que hay dentro de uno mismo? ¿Cuántos ven con un cristal transparente, que no les impide descubrir lo que hay dentro de nosotros para poder ser felices?
Nunca es tarde para comenzar a sacudir el polvo que interrumpe nuestra mirada.